Caravanas y grupos

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Por José Luis B. Garza

A partir del inicio de una numerosa caravana de migrantes procedentes de Honduras, Guatemala y El Salvador con destino a la frontera de Tamaulipas con Texas, una serie de acciones comenzaron a darse a los tres niveles de gobierno en cada uno de los estados mexicanos por donde, tentativamente, avanzaría la multitudinaria presencia migratoria en busca del sueño americano, pero con especial énfasis en Tamaulipas, donde en un punto no determinado los aspirantes a refugiados intentaría internarse en la Unión Americana.

La decisión del primer grupo (actualmente existen otros tres) de dirigirse a la capital de la República, para, posteriormente, cambiar la ruta hacia Tijuana, frontera con el estado de California, podría dar la idea de que Tamaulipas ha quedado excluido de la presencia masiva de migrantes; todo indica que así será.

A similitud de la primera, la siguiente caravana ha optado por dirigirse también a la ciudad de México, donde sus antecesores han sido acogidos, no solamente con atenciones de parte de la autoridades, sino por ciudadanos que con actitud filantrópica les han proporcionado ayuda a los integrantes del contingente inicial.

Sin embargo, las movilizaciones mencionadas han dado la idea equivocada de que todos los migrantes que intentan ingresar en forma indocumentada a los Estados Unidos se han integrado a las caravanas.

Eso no es así; ésta es una migración muy específica y vale repetir que está integrada por hondureños, guatemaltecos y salvadoreños, pero no todos los que aspiran a cruzar la frontera lo hacen como parte de estos contingentes.

De acuerdo con los informes periódicos de la Patrulla Fronteriza, tan sólo en el Valle de Texas son detenidos grupos de 30, 90 ó 50 personas que llegan hasta las riberas del Río Bravo para cruzar y prácticamente dejarse atrapar en territorio texano para sujetarse al proceso de refugio o asilo.

Existe indudablemente un flujo de indocumentados por la frontera al margen de caravanas, que sigue y seguirá manteniéndose.

Pero un factor que debería alertar a las autoridades mexicanas del noreste de México, particularmente a las tamaulipecas, es la disposición que el fin de semana anterior dictara el presidente estadounidense Donald Trump en el sentido de que quien ingrese a los Estados Unidos en “forma ilegal” estará impedido para solicitar asilo, lo que implica que los migrantes deberán permanecer en México, aglomerados en los puertos fronterizos de entrada.

Cierto, no todos vienen con la intención de solicitar asilo sino, simplemente, cruzarán para someterse al proceso para tener una audiencia ante un juez de migración que, en las condiciones actuales puede durar meses, inclusive años.

Pero aquellos que decidan solicitar asilo, no solamente los que proceden de Centroamérica, sino de cualquier otro parte del mundo, irán formando crecientes grupos humanos que requerirán de atención por parte de las autoridades y crearán situaciones de tipo social aún no evaluadas probablemente.

Esto propiciará nuevos escenarios que por fuerza harán necesarios más recursos humanos y económicos de parte de los gobiernos de los tres niveles. La historia no ha terminado; ha cambiado de curso.