Maribel Hastings
El pasado domingo el presidente Donald Trump fue abucheado por los asistentes a un partido de fútbol americano de la NFL en las afueras de Washington, DC, uno de los lugares más afectados por el cierre del gobierno y por los masivos despidos de empleados federales desde que Trump volvió a la presidencia.
La semana pasada los votantes también lo abuchearon en las urnas favoreciendo candidatos e iniciativas demócratas en New Jersey, Virginia, New York y California, entre otros lugares, en un claro repudio a la agenda del presidente en economía e inmigración.
Los recientes sondeos de opinión no son nada favorables para Trump tras el desgaste que sus políticas públicas han generado entre la población y su efecto en el bolsillo de los consumidores. Desde los aranceles hasta las detenciones y deportaciones masivas que no solo separan familias, sino que impactan diversos sectores de la economía lo que se refleja en alzas en los precios de los productos.
El manejo de Trump del cierre gubernamental con empleados cesanteados, servicios interrumpidos, como la ayuda alimentaria, y miles de vuelos cancelados le han pasado factura a sus índices de aprobación.
A eso le sumamos todo lo que viene arrastrando desde enero, es decir, más despidos de empleados federales, caos en las agencias de gobierno, total desdén por el debido proceso de ley y el estado de derecho al emplear el Departamento de Justicia para vengarse de quienes considera sus enemigos políticos. Los precios de los alimentos y de la vivienda por las nubes, una política migratoria cruel y centrada en el uso de perfiles raciales que se lleva por delante a indocumentados y ciudadanos. Y su promulgación de una nueva ley que recorta el Medicaid para millones, elimina las subvenciones para que las personas puedan pagar sus primas del seguro médico asequible, el Obamacare, y reduce el programa alimentario SNAP.
Mientras millones enfrentan inseguridad alimentaria por el cierre del gobierno y otros ven sus primas de seguro médico dispararse, Trump, el “rey de la empatía”, dedica sus esfuerzos a construir un salón de baile en el ala este de la Casa Blanca.
Pero los resultados electorales del 4 de noviembre sugieren que no a todos los votantes les han lavado el cerebro. Mujeres, hombres jóvenes y latinos favorecieron a candidatos demócratas sobre republicanos, Puede ser preludio de los comicios intermedios del 2026 pero todo depende de la movilización de votantes y de las propuestas que tengan los demócratas que en el Congreso tampoco disfrutan de altas cifras de aprobación por muchas promesas incumplidas.
En 2024, el apoyo a Trump entre los votantes latinos fue uno de los factores para ganar esas elecciones. Trump y los republicanos supieron explotar el descontento por el preocupante rumbo que ya llevaba la economía. Al grado de que muchos latinos incluso pasaron por alto la promesa de campaña de deportaciones masivas de Trump. Le creyeron que únicamente se centraría en delincuentes. Pero pronto se percataron de que no hay distinción y muchos hispanos que votaron por él han visto a sus propios familiares detenidos y deportados.
Además, la saña con que se conducen los agentes de ICE y los Patrulleros Fronterizos, su nivel de crueldad, violencia y uso excesivo de fuerza han resonado entre los votantes latinos y en otros sectores también.
Asimismo, queda por ver el efecto que tengan los severos recortes al Medicaid, al SNAP y la eliminación de los subsidios para el Obamacare. Interesantemente, muchos de estos recortes no entrarán en vigor de inmediato, algunos a partir del año entrante, y otros más adelante. De todos modos, los reportes sobre la severidad de los recortes que dejarán a millones sin cobertura médica han sido amplios. Estos recortes financiarán reducciones tributarias permanentes para multimillonarios.
Con todo, Trump se conduce como si todo estuviera a su favor amparado en que tiene al Congreso de mayoría republicana de su lado y una Corte Suprema que la mayor parte del tiempo lo apoya.
La realidad es que todo lo negativo que Trump prometió lo ha cumplido. De manera que de cara a las elecciones intermedias y las generales, el pueblo estadounidense no debe ignorar las señales de lo que pueda hacer para mantener a su partido o a él mismo en el poder entorpeciendo métodos de votación, como el voto por correo, o recurriendo a la intimidación enviando agentes migratorios a los centros de votación. O inventarse emergencias para militarizar ciudades.
Hay una luz al final del túnel, pero queda bastante camino para encontrar una salida.
