Nueva York, (EFE).- El cofundador de Microsoft Bill Gates, convertido en filántropo por la salud en los países más desfavorecidos, acusó hoy a Elon Musk de ser “el hombre más rico del mundo y estar involucrado en la muerte de los niños más pobres del mundo”, en una entrevista con el diario The New York Times.
A sus 69 años, Gates anuncia en esta extensa entrevista que la Fundación Gates dejará de operar en 2045, y anima a los millonarios del mundo a tomar su relevo, aunque observa globalmente que las grandes fortunas ya no se vuelcan en el trabajo filantrópico y humanitario como sucedía hace veinte años.
Pone aquí el ejemplo de Elon Musk: “Él fue el que recortó el presupuesto de USAID (la agencia estadounidense para el desarrollo). La puso en la trituradora, y todo porque no fue a una fiesta aquel fin de semana”.
Musk “pudo haber sido un gran filántropo, pero entretanto, el hombre más rico del mundo se ha involucrado en la muerte de los niños más pobres del mundo”, afirma, tras explicar cómo los recortes a la USAID han supuesto el fin abrupto de programas contra el VIH, la malaria o la polio.
Gates aprovecha la entrevista para lanzar un llamamiento a los millonarios de la actualidad: “No es que nos estemos quedando sin gente rica. Va a haber cada vez más, y van a observar lo que la inteligencia artificial ha hecho o no ha hecho, y lo que los gobiernos han hecho y no han hecho”.
Y es aquí donde lanza una velada acusación: “Pienso que los ricos de hoy deberían hacer más filantropía. Los ricos de aquí a veinte años deberían hacer más filantropía”, insiste, en referencia precisamente a la fecha en que su fundación dejará de existir.
Sin embargo, Gates, que se define como un eterno optimista, no se deja caer en el fatalismo y cree que los recortes de la Administración Trump solo van a suponer un paréntesis de entre cuatro y seis años: “No creo que vaya a haber una Administración tras otra que recorte y recorte y recorte estas cosas (el presupuesto humanitario). Si nos proyectamos de aquí a veinte años, creo que vamos a seguir reduciendo la mortalidad infantil”.
Dentro de ese espíritu optimista, Gates cree en el poder de la inteligencia artificial, y pone como ejemplo que la IA (con todos los datos que incorpora) es capaz de proveer en un lugar remoto del mundo “un médico personal tan bueno como el doctor que ha pasado una vida entera ejerciendo, y esto puede terminar siendo mejor que lo que tienen los países ricos”.
La IA puede igualmente revolucionar la agricultura y la educación -reflexiona-, aunque para ello las grandes tecnológicas tienen que continuar invirtiendo en una IA que vaya más allá del beneficio empresarial.