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Friday, April 19, 2024
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Columna de Opinión:   Biden en Georgia y sus mentiras sobre la integridad electoral

Por Tommy Hicks Jr., Copresidente del Comité Nacional Republicano

 

La semana pasada, Joe Biden y Kamala Harris fueron a Georgia como parte de su esfuerzo desesperado por aprobar la agenda radical de los Demócratas con el fin de eliminar el filibusterismo en el Senado y promulgar su toma federal de las elecciones estatales y locales. La Ley de Supresión de Elecciones de los Demócratas y la Ley de Libertad para Hacer Trampa son tomas de poder flagrantes, diseñadas para politizar las elecciones y deshacer las reformas populares que defienden la integridad de las elecciones. Pero el discurso de Biden no sólo estuvo lleno de falsedades, también fue profundamente divisivo.

 A pesar de haber prometido “restaurar el alma de la nación” y “unificar” a los Estados Unidos, los comentarios de Biden enfrentaron a los estadounidenses entre sí. En su discurso, comparó asquerosamente a cualquiera que se oponga a sus elecciones con racistas y supremacistas blancos. Incluso comparó a sus oponentes con el gobernador Demócrata y segregacionista George Wallace, a pesar de que fue Biden quien en realidad se jactó una vez de haber sido elogiado por él.

Esta grosera comparación no solo es divisiva, sino que además se basa en mentiras. Según Biden, quienes se oponen a su toma del poder federal no sólo están equivocados; son racistas que trabajan para destruir a Estados Unidos tal como lo conocemos. Su cruzada histérica tiene como objetivo a millones de estadounidenses que apoyan los esfuerzos de integridad electoral con sentido común: Republicanos, Demócratas e independientes.

No es la primera vez que Biden difunde mentiras y siembra división en Georgia. El año pasado, los Republicanos en el estado aprobaron una nueva ley electoral que amplió el acceso al voto y estableció nuevas protecciones para detener el fraude electoral. La legislación fortaleció las leyes de identificación de votantes, amplió las horas de votación anticipada los fines de semana, requirió un mejor mantenimiento de las listas de votantes y prohibió la recolección de votos.

Biden ignoró las reformas y, en cambio, mintió y difamó el proyecto de ley llamándolo de “Jim Crow en el Siglo XXI”. Aparentemente, las leyes de identificación de votantes son “racistas”, pero está bien exigir un pasaporte de vacunación y una identificación con foto para ir a restaurantes y cines. Las leyes electorales en el estado natal de Biden, Delaware, son en realidad mucho más estrictas que las de Georgia. Delaware tiene una ventana más pequeña de votación anticipada, no permite la votación en ausencia sin excusas y tiene menos buzones en menos ubicaciones.

Pero eso no fue impedimento para que Biden calumniara a Georgia. Sus mentiras le costaron al Estado de los Duraznos el Juego de las Estrellas de la MLB, que estaba programado para llevarse a cabo en Atlanta y como resultado, Georgia perdió $100 millones en ingresos. Las industrias del turismo y la hospitalidad del estado, ya aplastadas por la pandemia de COVID-19, fueron devastadas por el revés. Las minorías también sintieron el impacto, ya que cerca del 30% de las empresas en Atlanta son propiedad de afroamericanos.

Cuando estas leyes electorales se pusieron a prueba por primera vez en noviembre, en realidad dieron como resultado una mayor participación electoral que el año anterior. Según el diario The Atlanta Journal-Constitution, los votantes vieron “filas cortas”, “pocos problemas” y ningún “obstáculo en los puestos de votación.” En Atlanta, la participación en las elecciones municipales de 2021 aumentó un 17% en comparación con 2017. De hecho, de los 19 estados que promulgaron medidas de integridad electoral, 17 celebraron elecciones en noviembre y ninguno informó acerca de problemas importantes.

 Pero los Demócratas nunca han permitido que los hechos se interpongan en el camino de una buena narrativa. El martes, el discurso de Biden estuvo lleno de falsedades e hipocresía. Mintió cuando dijo que una “minoría” estaba bloqueando sus proyectos de ley de toma de las elecciones, ya que la mayoría del Senado, los 50 Republicanos e incluso dos Demócratas se oponen a que se aprueben estos proyectos de ley. Como resultado, Biden y otros demócratas como Kamala Harris, Chuck Schumer y Dick Durbin quieren desmantelar el filibusterismo, un procedimiento del que han dicho durante décadas que sería “algo muy peligroso de hacer” y se constituiría el “día del juicio final para la democracia.”

 A pesar de los esfuerzos de los Demócratas por deslegitimarla, la integridad electoral sigue siendo abrumadoramente popular entre el pueblo estadounidense. Un estudio reciente concluyó que el 80% de los votantes apoya la identificación de los votantes y el 87% está en contra de la recolección de boletas electorales. Otras encuestas han visto un respaldo similar para estas leyes: NPR encontró que el 79% de los estadounidenses apoyan las leyes de identificación de votantes, y Rasmussen reportó que el 60% de los Demócratas y el 69% de los votantes afroamericanos respaldan la identificación de votantes.

La verdad es que los Demócratas saben que su historial es desastroso y que su mensaje está fallando. La única forma en que pueden sobrevivir en las urnas es cambiando las reglas.

Es por eso que el Comité Nacional Republicano (RNC) está trabajando arduamente para asegurar nuestras elecciones en los años venideros. Estamos comprometidos a defender los esfuerzos en todo el país para que sea más fácil votar y más difícil hacer trampa. Estamos formando un ejército de directores de integridad electoral en 15 estados para garantizar elecciones libres, justas y transparentes. Y nuestro equipo legal está liderando el camino en docenas de demandas en todo el país, para defender la integridad de las elecciones y detener la toma de los procesos electorales por parte de los Demócratas, como las demandas recientes que presentamos contra la ciudad de Nueva York y municipalidades de Vermont, por permitir que los no ciudadanos voten en las elecciones locales.

Los estadounidenses quieren sentirse seguros de que su voto se está contando y que su voz marca la diferencia. Quieren recuperar su fe en el proceso electoral. El Partido Republicano está comprometido a hacer precisamente eso.

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