En un nuevo capitulo de “Museos que no obedecen”, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha lanzado una apasionada crítica contra el Instituto Smithsonian, esa pequeña red irrelevante de museos con escasa influencia cultural que solo recibe unos 30 millones de visitantes al año.
Según el mandatario, el Smithsonian está peligrosamente centrado en temas como “la esclavitud” y “los desfavorecidos”, lo cual, evidentemente, es un despropósito, considerando que la historia debería ser un compendio de discursos motivacionales y no una mirada crítica al pasado. “¿Por qué hablar de injusticias históricas cuando podemos celebrar el éxito y el futuro, preferiblemente con fuegos artificiales?”, podría ser el eslogan alternativo propuesto.
Trump, experto en museología por decreto propio, calificó al Smithsonian como “el último bastión de lo ‘woke’”, un concepto que, al parecer, se refiere a cualquier intento de representar la realidad con matices. “Lo ‘woke’ está acabado”, declaró, mientras anunciaba una “revisión interna integral” a ocho de las aproximadamente veinte instituciones de la red. Porque nada dice objetividad como censurar selectivamente lo que no nos gusta.
Entre otras medidas para garantizar que los museos dejen de ser espacios de reflexión y se conviertan en vitrinas de autocelebración nacional, Trump mencionó haber instruido a sus abogados a tratar los museos como si fueran campus universitarios: con vigilancia ideológica y amenaza de recortes. Porque si algo ha funcionado históricamente, es reescribir el pasado desde el poder ejecutivo.
La saga incluye además el despido en mayo de Kim Sajet, directora de la National Portrait Gallery, por no adherirse debidamente al nuevo canon curatorial de “ni una sola mención negativa”.
“Este país no puede ser ‘woke’, porque lo ‘woke’ está acabado”, concluyó el presidente, aparentemente sin notar la contradicción inherente entre celebrar el “éxito” y eliminar toda referencia a los que fueron excluidos del mismo.
El Smithsonian, hasta el momento, no ha comentado públicamente, probablemente porque se encuentra ocupado intentando explicar por qué el racismo estructural no se resuelve con una exhibición sobre cohetes.