La judoca Lenia Ruvalcaba completó con bronce en Tokio su histórico medallero

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Lenia Rubalcaba (de blanco), en una imagen de archivo. EFE /Regueros/Archivo

Tokio,  (EFE).- La judoca Lenia Ruvalcaba sumó este domingo en Tokio un nuevo color a su medallero Paralímpico, tras un impresionante historial de cuatro Juegos, una plata, un oro y ahora el bronce.

La mexicana Lenia Ruvalcaba empieza todos sus combates de judo adelantándose con ímpetu a su rival y así lo hizo en un torneo por el bronce en el que se midió contra la turca Raziye a quien derribó de “Ippon”.

A sabiendas de que era su última oportunidad para entrar en el podio de Tokio entró al tatami paralímpico con un grito de guerra, y con un grito victorioso salió, para después santiguarse y romper a llorar durante varios minutos.

Al contrario que en el deporte convencional, en parajudo los atletas con discapacidad visual se agarran al “judogi” del rival como pistoletazo de salida, para que la ceguera no sea una desventaja frente a frente.

A pesar de que Ruvalcaba empezó la jornada contra la georgiana Kaldani en cuartos de final y realizó un buen inicio espoleada por los “Sigue! ¡Sigue!” que sonaban en las gradas, su rival no se amedrentó y en segundos logró darle la vuelta al combate y tumbar de “Ippon” a la mexicana.

Quedó tumbada mirando el techo del templo de las artes marciales, el Nippon Budokan, asimilando la inesperada derrota, pero pronto se recompuso y sin atisbo de pena, felicitó deportivamente a su rival estrechándose ambas manos.

Lo mismo hizo en la repesca al vencer, esta vez sí, a su rival griega, la judoca ciega Paschalidou, a quien por dos “Waza-ari” superó en 40 segundos, y despidió con un emotivo apretón de manos.

El podio la acoge de nuevo en Tokio, en tercera posición y acompañada de la brasileña Maldonado en el oro y la plata de la georgiana Kaldani.

PROFETA EN SU TIERRA

Nacida en Guadalajara y de 35 años, oro en Río en la modalidad 70 kg y plata en Pekín 2008, empezó en este deporte cuando tenía doce años por influencia de su hermano y empezó a competir con 21 en parajudo.

“El judo es parte de mí, no podría imaginar mi vida sin él”, afirmó hace años.

Desde entonces su actuación en campeonatos y Paralímpicos la han encumbrado en su país, y México se lo agradeció otorgándole el máximo reconocimiento deportivo como paratleta en 2016.

Ahora ella aspira a continuar el legado abriendo una escuela de judo en su tierra, un doble desafío puesto que pretende dar más visibilidad al parajudo al mismo tiempo que enseñar a personas con discapacidad visual a través del deporte.

JAPÓN COMO MOTIVACIÓN EXTRA

Aunque su actuación en Londres no fue como esperaba, y acabó en quinta posición, la experiencia le sirvió para tomar fuerzas y regresar en Río a por todas, algo que esperaba también acometer en Tokio, pero que su rival georgiana le ha arrebato en el primer torneo.

“Río fue la culminación de mi trabajo (…), un logro importante porque fui capaz de demostrarme a mí misma que soy capaz de hacer esto y la única cosa que debía hacer era trabajar duro”, afirmó este martes después de un entrenamiento en Tokio.

“Trabajé duro por Río y he trabajado incluso más duro por estos Juegos”, declaró de su intención de revalidar presea dorada en Tokio, algo que finalmente no ha sido posible.

“La presión es la misma, al final los atletas queremos siempre ser medallistas y dar lo mejor. Estoy centrada en conseguir subirme al podio una vez más”, dijo también y eso sí que lo ha cumplido con su bronce colgado del cuello.

Sobre su estancia en Japón, la paratleta aseguró que estos Juegos le resultan diferentes, por un lado por ser la campeona paralímpica de Río y por otro porque es en Japón donde nació el deporte que tan importante es para ella.

“Me gusta mucho Japón, me gusta mucho la filosofía del país y del deporte. El deporte me ha enseñado muchas cosas y por eso estar aquí era una motivación extra”, declaró tras su entrenamiento en Tokio.

Carmen Grau Vila

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