La serie mexicana “Isla Brava”, un retrato de lo prohibido, la ambición y la desigualdad

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Fotografía cedida por ViX de una escena de la serie "Isla Brava". EFE/ ViX /

Ciudad de México, (EFE).- La serie mexicana “Isla Brava”, un thriller sobre la desaparición de un magnate hotelero que se estrenará el próximo jueves en la plataforma Vix+ de TelevisaUnivision, realiza un retrato sobre lo prohibido, la ambición y la desigualdad, coinciden sus protagonistas en entrevista con EFE.
Aunque el misterioso secuestro de Alfredo, el dueño de un lujoso complejo turístico en una isla ficticia en México, es el motor de la serie, los líos amorosos y las infidelidades copan buena parte de la trama.
Preguntados acerca de qué hace que este tema, tan manido, siga despertando el interés del público, los mexicanos Fernanda Castillo y Erick Hayser contestaron casi al unísono: “Que está prohibido”.
“La idea de lo prohibido la vemos desde niños, y aquello que nos dicen ‘no toques’ es lo que más queremos tocar. Hay algo dentro de nosotros que tiene que ver con el balance entre la oscuridad y la luz, que hace que sintamos curiosidad y ganas de explorar esos lugares que la religión o la sociedad nos dicen ‘no explores'”, dijo Castillo.
Hayser consideró que, si a la curiosidad por lo prohibido se le agrega “el elemento sexual y sensual, la receta se vuelve muy poderosa”.
Precisamente, ambos son protagonistas del gran enredo amoroso de la serie: Castillo, quien interpreta a Lucía, la esposa de Alfredo, le confiesa su amor por el hermano menor del magnate, Bruno, el personaje de Hayser.
“Se me hace un poco lamentable porque sí, son temas muy atractivos (para el público), pero eso no es realmente atractivo. Contemos historias que den más, mensajes bonitos, cosas que pongan a pensar”, expuso Karena Flores, quien encarna a Mora, la hija de Alfredo y Lucía.
A través de la ficción, no obstante, los actores subrayaron que muestran al espectador las consecuencias de pasar la línea de la prohibición.
“Es como si tuvieras una bola de cristal para ver qué pasaría si tomas esas decisiones. (La serie) tiene un aprendizaje, como los cuentos”, aseveró Castillo.
Los personajes, entonces, funcionan como “un catalizador de emociones” y permiten al público “realizar ciertas cosas que jamás harían en su vida”, continuó Hayser.
“Esas prohibiciones, como actores, es una delicia poder interpretarlas, porque todo el tiempo estamos luchando para caer en ese abismo”, insistió Flavio Medina, quien interpreta al protagonista Alfredo.
El personaje del millonario hotelero, además, contiene otras contradicciones morales: la ambición, el juego, la manipulación.
“Es un tipo que está en el lugar que está profesionalmente porque se lo merece, pero sobre todo porque ha sabido manipular a su conveniencia absolutamente todo para lograr lo que quiere, utiliza el poder para avanzar”, dijo Medina.
Su adicción al juego, añadió Flores, produce una serie de sucesos que degeneran “en un caos total”.

UN REFLEJO DE LA DESIGUALDAD
En el primer capítulo de la serie, grabada en la isla española de Tenerife, en el archipiélago de las Islas Canarias, contrasta la opulencia de Arturo, su familia y las personas con las que se codean, con la precariedad de una pareja de trabajadores del complejo hotelero, donde viven y batallan por sacar adelante a su bebé.
Esa desigualdad, lamentó Castillo, es común en México, como en otros lugares del mundo.
“(La serie) invita a decir ‘así somos, veámoslo’. Si lo vemos, seremos más conscientes de ello”, incidió.
Esta desigualdad latente, agregó Hayser, permite reflexionar y “poner al espectador frente al espejo de lo que se está viviendo en nuestra cotidianidad”.
“¿Qué vamos a hacer con ello?, ¿vamos a seguir permitiéndolo o vamos a seguir cerrando los ojos?”, cuestionó.
Dentro de esa imagen de desigualdad, zanjó Flavio, también se enmarca la violencia psicológica entre los personajes que pertenecen al estrato social más alto.

“SITUACIONES EXTREMAS, MEDIDAS EXTREMAS”
Cuando Alfredo es secuestrado en extrañas circunstancias, la estructura social de la isla se desmorona y desencadena una serie de situaciones en la que los personajes se quitan sus máscaras.
“La desaparición es una gota que derrama el vaso, y a raíz de ahí te empiezas a dar cuenta de la profundidad de todos los personajes”, ahondó Pablo Astiazarán, quien encarna al guardia de seguridad del hotel.
La investigación sobre el caso, coincidió el elenco, resulta poco convencional y al margen de la ley.
“Ante situaciones extremas hay que adoptar medidas extremas. Para desentrañar el misterio se necesita acudir a métodos poco ortodoxos”, sentenció Hayser.

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