Los partidos perdidos del “Piojo” Herrera

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México,  (EFE).- Miguel “Piojo” Herrera, el entrenador del América mexicano hasta este lunes, ha demostrado que sabe de fútbol, de manejo de grupo y es bueno para la mercadotecnia, pero ha perdido todos los partidos con un enemigo invisible: su ego.

Aunque América fue eliminado en los cuartos de finales del torneo Apertura por su rival más enconado, el Guadalajara, aunque tenía todo a favor y perdió con Los Ángeles FC en la Liga de campeones de Concacaf, el despido del estratega más mediático del fútbol mexicano tuvo una causa pueril, sus perretas.

Ya es una leyenda en el América. Ganó la liga en el Clausura 2013 y el Apertura 2018,  fue subcampeón del Apertura 2013 y cinco veces se clasificó a semifinales, pero todo eso lo echó a perder con reacciones inciviles, que incluyeron peleas con colegas, agresiones a los hinchas y hasta un puñetazo a un comunicador.

Solo en los últimos cinco años, Herrera cayó en tantos desvaríos que en otro sitio lo hubieran inhabilitado como entrenador.

En 2015, después de la Copa de Oro fue criticado por un comentarista de la televisión, al que golpeó, con lo que firmó su salida de la selección mexicana, a la que llevó a octavos de finales en la Copa del Mundo de Brasil 2014.

De la mano del “Piojo”, México dejó en cero a Brasil en su propio Mundial, pero es más recordado por sus exabruptos en la celebración de goles y los triunfos. Su mentón se transformó, el cabello se despeinó y los fotógrafos se pelearon por estar cerca de él.

En 2016 dirigió a los Xolos de Tijuana. Creó mística con sus jugadores, sin embargo la nota la dio el día que jugó contra los Jaguares de Chiapas del entrenador argentino Ricardo La Volpe y se puso violento porque, por cábala, su maestro no le devolvió el saludo antes del partido.

En 2017 retó a golpes a un aficionado y le hizo un gesto obsceno a los hinchas de Monterrey y en el 2018 protagonizó una escaramuza con uno de sus amigos, el argentino Hernán Cristante, entrenador del Toluca.

Incapaz de reconocer las derrotas, arrolló a todos los árbitros y jueces de línea que se encontró por delante en la liga y más allá, en la Concacaf, en cuyo torneo de campeones la pasada semana se enredó en una disputa con uno de los entrenadores de Los Ángeles FC.

Este lunes la Concacaf anunció que lo suspendió cuatro partidos por la pelea y uno más porque después de expulsado, mantuvo comunicación con su gente en la cancha.

Más que leer a los teóricos del fútbol, de aprender nuevas tendencias de los sabios europeos del juego, a Herrera lo ayudaría más seguir a algún gurú de la paciencia o estudiar a algún maestro antiguo como el filósofo Séneca, quien aseguró a su alumno Lucilio: “con quien más tendrás que luchar es contigo mismo: eres tú mismo quien te estorbas”.

Lo peor es que la mayor incoherencia del manejador es un punto a su favor. Se trata de una persona que fuera de la cancha es amable, contesta el teléfono a los periodistas y es un querido por sus amigos.

Va a encontrar trabajo pronto porque es buen entrenador. De hecho algunos medios sugieren que es el ideal para dirigir al Cruz Azul. Pero si no le gana a su ego, será como un gato que juega a morder su propia cola y avanzará poco. Una lástima porque tiene mucho que dar.