Trump se burló de los 3,000 muertos de Puerto Rico

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Por Andrés Oppenheimer

El presidente Trump está acostumbrado a decir disparates sin pagar consecuencias políticas, pero su repugnante declaración que minimiza las casi 3000 muertes causadas por el huracán María en Puerto Rico el año pasado podrían costarle votos en las elecciones legislativas y estatales de noviembre.

Según me dijo el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, en una visita reciente a la isla, ya hay unos 200,000 puertorriqueños que se han mudado a Estados Unidos desde que el huracán María azotó la isla el 20 de septiembre de 2017.

La mayoría de ellos se han instalado en la Florida. Aunque los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses que no tienen derecho al voto en la isla, pueden votar cuando viven en el continente. Y muchos de ellos huirán de cualquier candidato que esté cerca de Trump.

Trump tuiteó el jueves que “3,000 personas no murieron en los dos huracanes que azotaron a Puerto Rico” en septiembre de 2017, y que la cifra era un invento “de los demócratas”. Afirmó, sin citar ninguna evidencia, que la cifra real no había subido “demasiado” después del conteo inicial de 6 a 18 muertes.

La declaración de Trump no es sólo un insulto a la inteligencia, sino una monstruosa ofensa para los miles de puertorriqueños que perdieron familiares y amigos después del huracán María, cuando la falta de electricidad en los hospitales y la escasez de agua potable causaron el mayor número de muertes.

Según un estudio independiente encargado por el gobierno de Puerto Rico a la Universidad George Washington, el número de víctimas mortales del huracán María fue de 2,975. En mayo, otro estudio de la Universidad de Harvard había estimado el número de muertes en 4,645.

Durante mi reciente visita a Puerto Rico, no pude encontrar a nadie que no criticara la lentitud de las tareas de rescate del gobierno de Trump tras el huracán María.

Mientras que Trump visitó Texas cuatro días después del huracán Harvey en ese estado el año pasado, tardó 13 días en visitar Puerto Rico después del huracán María.

Nueve días después de que el huracán María golpeara a Puerto Rico, Trump había enviado 10,000 tropas y 5,000 lonas impermeables a la isla. Comparativamente, nueve días después de que el huracán Harvey golpeara a Texas, Trump había enviado 30,000 soldados y 20,000 lonas, según las cifras del gobierno estadounidense.

El gobernador Rosselló me dijo durante mi visita que la respuesta del gobierno de Estados Unidos había sido “inexplicablemente lenta”.

Rosselló ha sido notoriamente amable con Trump en el pasado, porque sentía que enemistarse con el mercurial presidente de EEUU podría poner en peligro la ayuda federal a la isla. Además, Rosselló apoya la estadidad de Puerto Rico, para lo cual necesita el apoyo de Trump y los republicanos en el Congreso de Estados Unidos.

Pero después de la diatriba de Trump del jueves, hasta Rosselló se sintió obligado a decirle a CNN que ni “las víctimas ni el pueblo de Puerto Rico merecen que se cuestione su dolor”. Agregó que el número de muertos de 2,975 es una estimación “muy precisa”.

La mejor indicación de que las desalmadas declaraciones de Trump sobre el huracán María pueden costarle votos en noviembre es la rapidez con la que muchos candidatos respaldados por Trump tomaron distancia de sus declaraciones.

Poco después de los tuits de Trump, el gobernador de la Florida, Rick Scott, uno de los mayores partidarios de Trump y que se está postulando para un escaño en el Senado, se vio obligado a tuitear: “No estoy de acuerdo con POTUS (Trump)”. Asimismo, un portavoz de Ron DeSantis, el republicano respaldado por Trump para gobernador de Florida, dijo que el candidato “no cree que se haya inflado ningún estimado de pérdida de vidas”.

Cuando incluso los aliados más cercanos de Trump, como Scott, se sienten obligados a criticar la aseveración del presidente de que los muertos del huracán María son un invento “de los demócratas”, significa que huelen problemas en las elecciones.

Trump se ha burlado del dolor de los puertorriqueños. Es probable que su Partido Republicano pague por ello en las elecciones, porque se lo merece.