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Wednesday, December 11, 2024
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Trump y la era dorada ¿nuevo Liderazgo o declive ético?

Códigos de poder

POR David Vallejo

“Esta será la era dorada de Estados Unidos”

Frase del discurso de Donald Trump tras su victoria frente a Kamala Harris.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca marca el inicio de una nueva era dorada cargada de desafíos, tensiones y promesas de un control aún más férreo. Su victoria, construida sobre el descontento de un electorado en busca de fortaleza y control, refleja una narrativa de lucha que captura las ansiedades de un amplio sector de estadounidenses. ¿Qué hay detrás de este fenómeno? ¿Es solo la política económica y la seguridad, o es una sed profunda de reafirmar una identidad amenazada?

Los pilares de su triunfo en campaña fueron claros: una retórica nacionalista poderosa, un estilo directo y su lema de “América Primero”. En un contexto de amenazas percibidas –desde el avance de China hasta la migración y los cambios demográficos internos–, Trump supo articular los temores de sus votantes y convertirlos en una plataforma sólida para regresar al poder. Sin embargo, este retorno no solo augura políticas extremas, sino una nación dividida y un entorno internacional en tensión.

Durante su primer mandato, Trump implementó políticas migratorias estrictas y dejó su marca en la economía. Aunque consiguió un crecimiento notable antes de la pandemia, redujo impuestos, impulsó el mercado bursátil y disminuyó el desempleo, especialmente entre minorías. Pero este enfoque también tuvo su costo: un déficit federal en aumento y una nación polarizada. En el ámbito exterior, su política de aislamiento y proteccionismo reconfiguró alianzas: abandonó el Acuerdo de París y renegoció el T-MEC en términos más favorables para Estados Unidos.

La nueva administración de Trump representa un reto mayúsculo para México y América Latina. Su regreso a la Casa Blanca revive el discurso de “ley y orden” y endurece las políticas de deportación, amenazando a miles de “dreamers” y familias latinas que contribuyen a la economía estadounidense. Además, insiste en imponer un arancel del 25% a las exportaciones mexicanas si el país no endurece sus políticas migratorias, poniendo en riesgo sectores estratégicos como el automotriz y el agroindustrial. Claudia Sheinbaum, en México, enfrenta una presión sin precedentes: deberá decidir entre ceder a las demandas de Trump en el que nuestro país adopte un papel de “muro viviente” o buscar alternativas que mantengan la estabilidad económica y la soberanía del país, con Marcelo Ebrard como pieza clave en estas negociaciones cruciales.

La estrategia de nearshoring, impulsada por Trump, coloca a México en el tablero de su disputa con China. Desde su primer mandato, ha intentado reducir la dependencia de Asia en la manufactura, y México, como vecino estratégico, se perfila como el candidato natural para alojar estas empresas. Sin embargo, lo ve como un proceso condicionado a sus exigencias migratorias. Esta situación representa tanto un riesgo como una oportunidad: México podría liderar una alianza regional que rechace las imposiciones externas y defienda una política migratoria justa.

También plantea una “guerra” contra el narcotráfico en México, abriendo la posibilidad de una intervención militar directa. Su intención de clasificar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas marca un punto de tensión. México enfrenta un dilema histórico: defender su soberanía ante el riesgo de un conflicto diplomático, o ceder ante una política exterior que lo considera una barrera de seguridad.

En el campo tecnológico, ha sido defensor de una “libertad sin freno”, eliminando regulaciones para permitir que gigantes como Google y Meta operen sin restricciones, utilizando big data e inteligencia artificial sin límites. En su segundo mandato, su visión va aún más lejos, planteando una “fábrica del futuro” sin restricciones éticas ni legales. Esto crea un ambiente donde empresas como SpaceX y los proyectos de colonización espacial de Elon Musk encuentran un terreno fértil para expandir sus ambiciones sin control ni moderación. Esta carrera hacia el cosmos es no solo un símbolo de grandeza, sino una declaración de supremacía estadounidense que busca convertir el espacio en el nuevo imperio.

Trump también ha centrado su atención en China como adversario. Desde su primer mandato, mostró una postura firme y sancionó empresas como Huawei. Su nuevo mandato pretende cortar los lazos de China con la red global de innovación, promoviendo a India como aliado. En su visión, la tecnología es un campo de batalla donde Estados Unidos debe ganar, empujando al mundo hacia una nueva guerra fría en la que cada país deba alinearse con una superpotencia. América Latina, atrapada en esta tensión, enfrenta un dilema de neutralidad cada vez menos viable.

Este segundo mandato no solo perpetúa la estrategia de “América Primero”, sino que profundiza en su política de poder absoluto. Sus políticas anuncian una época de supremacía tecnológica, confrontación económica y erosión de derechos individuales. Estados Unidos se presenta como una nación con la libertad para imponer su visión global. Pero, ¿a qué costo? En esta búsqueda de grandeza, ¿se está sacrificando la ética y los valores de justicia y privacidad?

Para muchos, el regreso de Trump evoca la imagen del ocaso de un imperio, similar a La decadencia de Nerón Golden de Salman Rushdie, donde el poder excesivo y la corrupción moral llevan a la autodestrucción, mientras que, para otros, representa la esperanza de un nacionalismo donde se vive mejor, más seguro y con más dinero en el bolsillo.

Para México y los latinos en Estados Unidos, el nuevo mandato de Trump es un desafío existencial y una oportunidad para resistir. Este es un llamado a defender la dignidad frente a una visión del mundo que desdibuja los límites éticos en aras de una nueva era dorada, donde el poder deslumbra, pero en ese resplandor también acechan las sombras. ¿Acaso la grandeza de una nación radica en su capacidad para imponerse o en su habilidad para respetar los límites éticos en aras de un progreso global?

México, por su parte, debe hallar su propio brillo, construyendo un futuro donde el verdadero tesoro sea la dignidad y la soberanía ante cualquier reto o negociación por difícil que parezca.

Estimados lectores, les comparto esta reflexión esperando que sea de su interés y recuerden que el verdadero poder está en entender y no en decidir. ¿Voy bien o me regreso? Nos leemos en enero si la IA, Elon Musk y Trump lo permiten.

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