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Friday, October 10, 2025
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Una condena necesaria a Venezuela, Cuba y Nicaragua

Andres Oppenheimer

La decisión de la República Dominicana de no invitar a Venezuela, Cuba y Nicaragua a la Cumbre de las Américas — la mayor reunión presidencial del hemisferio, que tendrá lugar el 4 de diciembre en Punta Cana—merece un aplauso. Pero la Cumbre debería ir más lejos y condenar abiertamente a estas dictaduras.

Según el comunicado oficial del Gobierno dominicano, la decisión de no invitar a Venezuela, Cuba y Nicaragua se tomó teniendo en cuenta “las circunstancias hemisféricas” y “favorece la mayor convocatoria” de la reunión. Mi traducción: si se invitaba a estas tres dictaduras, Estados Unidos no iba, o enviaba un representante de cuarta.

Ya el anterior gobierno estadounidense del presidente Joe Biden había excluido a las tres dictaduras latinoamericanas de la Cumbre de las Américas en Los Angeles en 2022. Desde entonces, los atropellos a la democracia y los derechos humanos en los tres países no han hecho más que empeorar.

En Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro se robó descaradamente las elecciones presidenciales de 2024, según confirmaron observadores electorales del Centro Carter y varios países.

La oposición venezolana mostró las actas de la votación que demuestran que el candidato opositor Edmundo González Urrutia había arrasado en las urnas, pero Maduro se proclamó reelecto sin jamás mostrar pruebas de su supuesta victoria. Es más, desató una violenta represión contra la oposición.

En Nicaragua, el dictador Daniel Ortega en los últimos dos años cerró decenas de medios de prensa, organizaciones de la sociedad civil y universidades. Además, expulsó del país y le retiró la ciudadanía a más de 300 líderes opositores y prisioneros políticos.

En Cuba, donde no hay elecciones libres desde hace más de seis décadas, el régimen sigue con sus detenciones arbitrarias. Además, aprobó una nueva “Ley de Comunicaciones” que prohíbe la propiedad privada de los medios y penaliza incluso las críticas al Gobierno en redes sociales.

Roberto Álvarez, el canciller de República Dominicana, me dijo en una entrevista que “dada la situación política que existe en nuestro hemisferio, consideramos conveniente tener la mayor participación posible en el evento, y como la Cumbre de las Américas fue una creación de Estados Unidos consideramos apropiado no extender invitaciones” a Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Cuando le pregunté si recibió alguna reacción de los presidentes de México, Colombia y Brasil sobre la exclusión de los tres países, me dijo que “ningún país nos ha dicho a ningún nivel que no participarían” si se excluye a alguna nación.

En la Cumbre de 2022, el expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador, boicoteó la reunión en protesta por la exclusión de Cuba, y envió a su canciller en su lugar.

Otras fuentes de la Cumbre me dicen que lo más probable es que si la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, decide no participar, pondrá cualquier excusa, pero no hará un show político como su antecesor. Lo más probable es que el presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, asista a la cumbre, agregaron.

La Casa Blanca todavía no ha dicho nada sobre si el presidente Donald Trump asistirá a la cumbre, pero no me extrañaría que no vaya y mande al secretario de Estado Marco Rubio en su lugar.

A Trump no le interesa mucho América Latina, y lo ha dicho públicamente. Cuando una periodista le preguntó en el primer día de su segunda presidencia sobre las futuras relaciones de Estados Unidos con América Latina y Brasil, respondió: “Nosotros no los necesitamos. Ellos nos necesitan a nosotros”.

De todos modos, si Trump envía a Rubio en su lugar, sería la cumbre regional más importante de la región con Estados Unidos desde que Trump asumió su segundo período. En la reciente reunión de cancilleres de la OEA, ni siquiera estuvo Rubio, quien mandó a su segundo, Christopher Landau, en su lugar.

De cualquier manera, sea cual fuera la asistencia a la Cumbre de las Américas en diciembre, los países participantes deberían incluir en su declaración final una condena más enérgica que las que han hecho hasta ahora para que Venezuela reconozca los resultados de las elecciones de 2024, y para que Cuba y Nicaragua liberen a sus presos políticos. De otra manera, esta cumbre será un chiste, como tantas otras anteriores.

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