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Thursday, March 28, 2024
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Una labor más para madres migrantes

Frustradas o agobiadas con las clases remotas de sus hijos

Los Ángeles, (EFE News).- Frustradas y agobiadas, así dicen sentirse las madres inmigrantes que están lidiando con las clases remotas de sus hijos debido a la pandemia de la COVID-19, una situación que las ha puesto contra la espada y la pared al tener que escoger si trabajan o cuidan a los menores.

“Ya no sé que hacer, tenemos muchos problemas con esas clases desde la casa”, dijo a Efe Gladis González, una salvadoreña madre de tres hijos, que reside en Los Ángeles.

Los pequeños de la inmigrante de 7, 8 y 10 años asisten a escuelas del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD), que para el nuevo año escolar  se vio obligado a mantener sus clases en línea porque la zona sigue siendo un foco de contagio de coronavirus, con cerca de 245.000 casos reportados.

ENTRE LLEVAR COMIDA A LA MESA Y AYUDARLES CON LAS CLASES

La inmigrante pensaba que en este nuevo ciclo los problemas que enfrentó a inicios de la pandemia con la educación de sus hijos se solucionarían, pero, según ella, la situación está empeorando.

González agradece las computadoras que sus niños recibieron por parte del LAUSD en abril pasado y la ayuda para poder instalar el servicio de internet en su casa, lo que solucionó una de sus dificultades. Sin embargo, ahora su problema es que los menores no terminan de acoplarse a la situación.

“Los niños están cansados de estar en el apartamento, no quieren levantarse a las clases en la computadora, y yo no sé cómo ayudarles porque no sé de eso”, advierte la inmigrante con un limitado conocimiento del inglés y de la tecnología.

Las clases remotas se han convertido en una gran faena para la salvadoreña que asegura que todos los días recibe quejas sobre el comportamiento de los niños, y reproches de sus mismos hijos por no estar presente.

“Estoy frustrada. No puedo dejar mi trabajo para ir a ayudarles, y pues hay cosas que tampoco yo sé, como cuando hay problemas con la internet”, señala la inmigrante, quién desempeña un trabajo esencial, y tiene que dejar sus hijos al cuidado de una vecina.

PROBLEMAS TÉCNICOS

El problema con las clases remotas no es exclusivo de las familias de Los Ángeles, una situación parecida está atravesando Karina Ruiz, quién al igual que González, también es madre de tres hijos, dos aún van a la escuela primaria en Phoenix, en Arizona.

La inmigrante mexicana, de 36 años, amparada por el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), cuenta que para cumplir con su trabajo tiene que dejar a sus dos niños al cuidado de su mamá, quien no cuenta con conocimientos en manejo de computadoras.

“Ha sido muy difícil. Hoy por lo menos mi mamá tuvo que ir al doctor y me tocó traerlos al trabajo, aunque fue bueno, porque se cayó el sistema y pude ayudarles a volver a conectarse, algo que mi mamá no hubiera podido hacer”, relata Ruiz.

Con los problemas de conectividad están lidiando los padres y estudiantes a los largo y ancho del país; un ejemplo de esto fueron las dificultades que tuvo el distrito escolar de  Miami-Dade esta semana, que dejó a estudiantes sin poder acceder a las clases remotas.

Diana Sanz, madre de dos niños pequeños, ha tenido que dejar de lado parte de su trabajo esta semana para ayudar a sus hijos durante el complicado arranque del curso escolar en Miami y las clases a través de internet, con continuas caídas del sistema.

“Ha sido muy complicado compaginar trabajo y ayudar a mis hijos, pero con el paso de los días la situación se ha ido estabilizando”, dijo a Efe.

Ruiz, directora de Arizona Dream Act Coalition, una organización que brinda apoyo a familias inmigrantes, asegura que el reto de las clases en línea es más grande para las madres que no dominan el inglés, y que son de bajos recursos.

Casos como el dos niñas latinas que fueron captadas sentadas en el jardín de un Taco Bell en Salinas, California, para acceder a la internet del restaurante y asistir a su clase remota, son el reflejo de lo que muchas familias pobres están atravesando en este momento.

“Muchos no tienen internet, o la computadora se la tienen que compartir varios niños, no hay quien cuide a los pequeños, es una lista larga de las dificultades que ha traído las clases remotas”, resalta Ruiz.

DE RESTAURANTE A SALÓN DE CLASES

Son estas necesidades y frustraciones de las madres de familia lo que impulsó a los dueños del restaurante Martita’s Lunch Box, en El Paso, en Texas, a adaptar un salón de clases dentro del negocio para los hijos de seis de sus empleadas.

“Son momentos en que debemos ser solidarios, y ellas estaban muy preocupadas con qué iba a pasar con la educación de sus niños”, explica a Efe Martin Ríos, dueño del restaurante.

“Así que decidimos colaborarles y poner un granito de arena para ayudarnos en comunidad, y que estuvieran tranquilas en su trabajo”, agrega Ruiz, de raíces mexicanas.

Ríos y su esposa adaptaron uno de los salones del restaurante para que los nueve niños pueden instalar su computador y tener acceso a internet mientras mantienen el distanciamiento social.

El empresario cuenta que el experimento ha dado grandes frutos, los niños han logrado enfocarse en sus estudios, y sus madres se quitaron un peso de encima.

En los descansos las hispanas ayudan a sus hijos con la tarea. Además los menores de edades entre los 8 y 13 años toman el almuerzo en el restaurante.

Stephanie Gonzáles, una de las trabajadoras favorecidas, dice que la iniciativa de sus jefes le ha dado un alivio porque estaba luchando por encontrar quién le pudiera cuidar a sus dos hijos y ayudarles sus clases remotas mientras ella trabajaba.

El restaurante actualmente solo funciona al 50 % de su capacidad y Ríos espera que para cuando les permitan abrir de forma total los niños hayan regresado a la escuela a tomar sus clases presenciales.

“Esta pandemia se va a tener que controlar, y vamos a regresar poco a poco a la normalidad”, apunta en tono optimista Ríos.

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