¿Y los migrantes mexicanos?

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Por José Luis B. Garza

A poco más de 50 días del inicio del nuevo gobierno de México, del arranque de la llamada Cuarta Transformación, muchos aspectos de la política y vida nacional han cambiado. Los problemas que merecen atención prioritaria parecen ser, por no decir que son, diferentes a los que en el cercano pasado eran privilegiados por la voluntad presidencial.

El tema del robo de combustibles considerado por la nueva Presidencia de la República como uno de los problemas que dañan a la economía nacional, afectan a las comunidades y es representativo de la práctica de la corrupción a todos los niveles, copta los mayores espacios informativos y la atención presidencial en las diarias jornadas de información que se llevan a cabo. No es para menos, tan sólo en uno de los actos de robo de combustible en el estado de Hidalgo, ya super difundido, el saldo es cuando menos de 115 muertos. El “Huachicol”, como se ha denominada esta práctica delictiva tiene una intensa actividad en varios estados y su erradicación, de acuerdo a expertos, no va a ocurrir en un corto plazo.

Pero los problemas y la vida siguen su curso en el país y otro aspecto que absorbe gran parte de la atención de varias dependencias es la problemática migratoria, que se confronta con respecto a los flujos de extranjeros que se producen hacia el interior de México en la frontera sureste.

Las caravanas de migrantes están compuestas en su mayoría por hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, sin excluir, aunque en una proporción muy menor, a los de otras nacionalidades, a quienes se les dan ahora todas las facilidades e, inclusive, se documentan para internarse a territorio mexicano gozando, no solamente de la libertad para transitar, sino recibiendo apoyo en diversas formas durante su estancia en el país rumbo a los Estados Unidos. Las implicaciones son y serán múltiples sobre todo porque Estados Unidos está cambiando su forma de operar con respecto a la migración que se interna por su frontera sur, que de hecho, es también un gran tema nacional; el que no lo crea vea como se paralizó el gobierno durante 35 días por diferencias entre el presidente y el Congreso por el tema migrante.

Pero a casi dos meses de la asunción del nuevo gobierno mexicano se desconoce cuál será su relación con los migrantes mexicanos que residen en el exterior, pero particularmente en la Unión Americana, quienes representan no solamente una enorme población ligada a México en todos los órdenes, sino también la mayor fuente de divisas del país. Son los mexicanos que viven en los Estados Unidos quienes con su esfuerzo diario y sus envíos de dinero hacen posible que un gran número de compatriotas puedan contar con los recursos económicos necesarios no sólo para su subsistencia, sino para atender una serie de necesidades que repercuten positivamente en la economía nacional.

Hasta el momento no se conoce cuál va a ser la relación que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador mantenga con los mexicanos del exterior a través de sus diversas representaciones.

Por cierto, alrededor de 38 de los consulados de México no tienen titular desde el día último de noviembre del pasado 2018.

Como se sabe, a quienes no eran diplomáticos de carrera y ocupaban la titularidad de embajadas, consulados y otras dependencias en el exterior, se les pidió su renuncia antes del cambio de gobierno. Con excepción de la designación de la nueva embajadora de México, Martha Bárcena, en los Estados Unidos, aún no se nombra a los que habrán de ser los nuevos cónsules, quienes tendrán, entre otras funciones, dar seguimiento a lo que suponemos será la nueva relación presidencial con la comunidad mexicana en los Estados Unidos.