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Sunday, April 28, 2024
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CUANDO UN AMIGO SE VA…

Pascual Ruiz

“Ni el más grande de los éxitos se puede comparar

a la felicidad de tener un buen amigo”.

Juan Armando Corbín

INTRODUCCIÓN

Manuel Cavazos nos juntó.  Siendo Gobernador de Tamaulipas, allá por el 1993, armó un gabinete de primera línea.  Pocos nos conocíamos.  Yo había dejado México hacía años para vivir en Estados Unidos y trabajaba en la Universidad Estatal de California en Fresno.  Manuel dijo en una llamada telefónica conmigo: “Es momento de pagar las deudas con la patria chica.  Ven a ayudarnos, he pensado en un instituto de educación para Tamaulipas.  Los paisanos se merecen más en aspectos de educación.”  Esas palabras bastaron.  Dejé toda una carrera profesional que había empezado algo tardíamente en Estados Unidos para regresar a México.  Me fui a Ciudad Victoria a seguir las instrucciones del flamante nuevo gobernador y crear el Instituto Tamaulipeco de Investigación Educativa y Desarrollo de la Docencia.

Ahí, en esa ciudad, en ese equipo en ese 1994 conocí a Pascual.  Este artículo rememora a ese gran ser humano que se nos adelantó en el viaje eterno el pasado 8 de agosto de este 2023.

GOBIERNO DE MANUEL CAVAZOS LERMA

Manuel creó un equipo de gobierno ecléctico, donde a mi entender las clases sociales no importaron mucho.  Para Cavazos los regionalismos tampoco tuvieron mucha importancia.  En mi entender, los compromisos políticos que pudo haber tenido el recién electo ejecutivo del estado no lo dominaron y me atrevería a decir: nadie le impuso nada ni a nadie.  Manuel tenía un solo compromiso: el beneficio de Tamaulipas.  Fue bastante obvio que el nuevo gobernador ante todo y por sobre todo buscaba gente capaz.  No recuerdo un solo miembro de su gabinete que no tuviera detrás estudios y experiencias sólidas para desempeñarse en sus funciones.   Si éste no fuera el caso que los historiadores me corrijan.  Debo admitir que sí puso interés y mucho en promover y promocionar a las damas.  Manuel creía en la igualdad y le parecía que no había suficiente representación de la mujer en el gobierno del estado.  Uno de los miembros de su gabinete al que lo unía una relación especial y sincera era Pascual Ruiz García.

MANUEL CAVAZOS Y PASCUAL RUIZ

Había pasado casi un año de la administración.  Era el 1994, y llegué a Cd. Victoria con ese retraso por compromisos profesionales en la universidad estatal del Estado de California en Fresno.  Ahí conocí a Pascual Ruiz, entonces Secretario de la Controlaría.  Pascual había estado en el Instituto Tecnológico de Monterrey en el campus original en la misma generación de Manuel Cavazos.  Se iniciaron igual, uno proveniente de Matamoros y el otro de Victoria.  Cursaron los dos años comunes, en el tercero, como lo marcaba entonces el plan de estudios; se dividían en contadores, administradores o economistas.  Manuel Cavazos tomó esta última especialidad.  Pascual Ruiz, contabilidad y administración.  Seguro se conocieron como paisanos y se apreciaron.

Algo parecido a lo que me dijo a mí le debe hacer dicho a Pascual, pero desde antes, porque participó éste en la campaña para la elección de Manuel Cavazos Lerma para gobernador y manejó las finanzas del proceso electoral escrupulosamente.  Una vez electo Cavazos, como marqué, el Gobernador lo nombró Secretario de la Contraloría.  Posteriormente renunció para convertirse en alcalde de Ciudad Victoria, y siguió como Diputado Estatal.  Pascual había nacido en la capital del estado un 30 de septiembre del año de 1946.  Con gran visión fundó y expandió la “Auto Refaccionaria Ruiz”, que evolucionó a “Rusal” y actualmente es “Ruiz Refacciones”.

PASCUAL MÁS QUE UN BUEN FUNCIONARIO

Por supuesto que, a mi mejor entender, en cada posición que tuvo Pascual Ruiz fue exitoso.   De hecho, era un destacado empresario dueño de las refaccionarias en Ciudad Victoria que anoté, miembro del Club Campestre, del Casino, y distinguido miembro de la Cámara de Comercio local, así como de la COPARMEX.   Era conocido y respetado por todos.  Viviendo en Ciudad Victoria, sede de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, todos llegábamos al territorio de Pascual.

El estilo peculiar de gobernar de Cavazos Lerma incluía ser recio, directo, honesto, cabal y fuerte.  Muy fuerte.  Hacía ya tiempo que no había un norteño en el puesto mayor de Tamaulipas y para muchos este estilo lo resentían.  Los detractores, que nunca faltan, le criticaban el uso del sombrero, que le gustaba bailar, su origen humilde con la consiguiente buena relación con la gente con más necesidades económicas y el estilo antes mencionado.  Los que más lo criticaban eran los mismos que ahora lo añoran, los de Victoria.

En este orden de ideas, la influencia de Pascual fue invaluable para el Gobernador y para todos nosotros allegados recientemente a Victoria.  Fue el Contador Ruiz, un puente entre esa sociedad que sometiéndose al gobierno no acababan de respetar a Manuel.  Pascual era como un puente que dirigía la estrategia de relaciones públicas, programaba visitas a personas claves, sugería encuentros en el Casino y en el Club Campestre.  Aconsejaba al gobernador y lo hacía bien.  Es justo decir que Manuel Cavazos es un hombre que escucha y sabe seguir buenas recomendaciones que hacen sentido para él.

Sin aspavientos ni buscando sacar provecho para él, Pascual como todos lo conocíamos fue colchón que amortiguaba las críticas y gradualmente contribuyó a cambiar la imagen injusta que se tenía del Gobernador.  Me atrevería a decir que fue gracias a él que el estado todo, incluyendo la estratégica e importante opinión de los victorenses cambió al final de su gestión.  Esto fue gracias por supuesto a todo su equipo y los resultados de su gobierno, pero fue Pascual Ruiz García la bujía de ese cambio.  El líder de ese equipo, Manuel Cavazos Lerma, con frecuencia se refería a Pascual como es: “honesto, disciplinado, eficiente y comprometido”.  Era preciso el Sr. Gobernador en atribuirle esas cualidades.  Muchos pensábamos igual.

CUALIDADES DE PASCUAL

Por supuesto que al llegar a Ciudad Victoria yo conocía a casi nadie, pero desde que tuve el privilegio de conocer a Pascual y su encantadora esposa Josefina “Chachis” fue un amor a primera vista con ambos.

Pascual era una persona de tez morena aperlada de figura esbelta, un poco más alto que yo, quizá 1.78 de estatura.  Siempre vestía inmaculadamente limpio a la usanza de los victorenses, pantalón y camisa, con frecuencia guayabera, zapatos y una sonrisa natural y espontánea.  No era una sonrisa muy abierta la de Pascual, más bien modesta pero suficiente para cautivar.   Nunca llamaba la atención con su aspecto, pero lo hacía con el trato respetuoso, amable, afable que inspiraba confianza a todos. No recuerdo una sola ocasión en que Pascual haya sido protagonista en un grupo.  Siempre buscaba que otros se lucieran.  Es justo decir que su lucimiento era el de otros.

Al conocerlo me dio la impresión de que era un amigo de toda y para toda la vida, así fue.  Tenía un gran sentido del humor, pero nunca lo hacía a base de mofarse de nadie.  Era la persona que igual hablaba con ricos que con los más pobres, con los súper cultos o los humildes sin estudios.  Sabía de terrenos, casas, barrios, ranchos, producciones, contactos, y especialistas en la zona de Victoria y aún otras regiones.

A pesar de que tuvo puestos de gran nivel que lo hacían una persona demandada por muchos, nunca tuvo nadie que esperarlo mucho tiempo, más aún, con frecuencia era él el que salía de sus oficinas a encontrar a quienes querían verlo o tratar un asunto.  Creo que la mayoría sino todos pensaban igual que yo.  Era una persona accesible, con el que se podía hablar y tratar cualquier asunto.  Pascual tenía el don de hacerte sentir bienvenido al mundo de Victoria, llámese de la política, de los negocios, de las refacciones, de las negociaciones o del mundo social.

LA CASA DE PASCUAL

Para los que no éramos de la capital del Estado de Tamaulipas y tuvimos el privilegio de formar parte del equipo de gobierno que encabezó Manuel Cavazos, teníamos que encontrar donde vivir, traernos a nuestras familias, encontrar escuelas para nuestros hijos y establecer una red de relaciones nuevas, tanto profesionales en los campos de nuestra especialidad, como sociales representando a un gobierno digno y honesto.  No es tarea fácil.

El contador Pascual Ruiz García, no sólo era de Victoria como he descrito, tenía su casa, sus negocios y sus relaciones bien establecidas y acreditadas en ese lugar.  Su casa, sus relaciones y sus consejos estuvieron abiertos siempre para todos.  Su casa fue como una extensión no-oficial del gobierno.

Como reina de ese hogar situado en una esquina de una buena colonia, Josefina, cariñosamente llamada “Chachis” por todos, nos recibía con la sonrisa contagiosa y femenina de ojos destellantes con una hospitalidad única y especial.  Eran una pareja encantadora, propia, padres inspiradores que hacían un equipo perfecto.  La cultura de ese hogar era una mezcla de confianza familiar y maneras propias y adecuadas que incitaban a esa exquisita transformación del “usted” hacia el “tú.”

No sólo hubo ahí juntas del gabinete oficiales, sino reuniones menos formales que ameritaban de cambiar el contexto rígido del palacio de gobierno.  Esa casa fue testigo de negociaciones delicadas. También hubo fiestas de navidad o reuniones posteriores a la presentación de un funcionario o un artista.    Recuerdo que el gran artista Napoleón vino a hacer una presentación en Ciudad Victoria, y siguió una reunión con amigos y conocidos en la casa de Pascual.  Yo estaba fascinado de conocer al canta-autor.  Poco a poco quedamos solos en un diálogo largo.  Me cautivó su modestia rayando en lo humilde, contestaba Napoleón mis preguntas que eran casi salidas de una ametralladora a la que no se le acababan las municiones.  Fue entonces que me enteré de que Napoleón fue aspirante y muy bueno a torero, y de cómo tomaba inspiración para componer sus canciones a partir de sus experiencias personales en Aguascalientes de donde es originario.  Todo eso y más pasó en la casa del hoy desaparecido Pascual Ruiz.

LA SEPARACIÓN Y EL REENCUENTRO

Llegó la sucesión del nuevo gobierno.  Para muchos que entendían más que yo, anticipaban, “te tendrás que ir.”  Me negaba a creerlo.  Había sido tan emocionante y complicado crear el Instituto Tamaulipeco de Investigación Educativa y Desarrollo de la Docencia, crear media docena de maestrías y un doctorado en educación.  Iniciar en todas las escuelas una promoción de valores que el Gobernador visionariamente había diseñado como una política social simbólica que daría fortaleza a la juventud de Tamaulipas. Crear, organizar y repetir un Congreso Internacional de Educación, lanzar una revista especializada en temas educativos, un programa de radio con temas educativos y ver la emoción de profesores sintiéndose profesionales y tanto más.  Faltaba mucho por hacer, pero se había empezado.  Me decía a mí mismo (engañándome): “ningún nuevo gobierno en su sano juicio se atrevería a no reconocer el difícil trecho andado.  Seguro habrá para mí y muchos de ese equipo de profesionales que me acompañaron un lugar para seguir en lo que parecía un gobierno de continuación.”   Además, el nuevo gobernador era el paisano ex alcalde de Matamoros Tomás Yarrington.   Pobre de mí.  Fui un inocente digno de lo irrisorio.  La nueva administración fue peor que una plaga de langostas saqueando una cosecha.

Muchos estorbábamos en lugar de ser un activo para los planes del nuevo gobierno.  Empezó la desbandada.  Era como decir, sálvese el que pueda.  No volví a ver a Pascual Ruiz.  Él había regresado a su mundo de Victoria, a sus negocios, su casa, su familia y sus amigos.  Ningún gobierno era más fuerte que su arraigo a esa ciudad, a esa familia y a esos valores.

Para mí y para muchos cada día era como un milagro y es un buen adverbio asegurar que “milagrosamente” me recontrataron en la Universidad de California en Fresno.  Es raro que a quien deja un lugar lo acepten nuevamente.  Aprendí entonces el valor de nunca quemar puentes y hacer buenas relaciones.  Regresé a Estados Unidos.  Fue quizá el acto más difícil y doloroso de mi vida profesional.

Aquella administración, los esfuerzos, las nuevas carreteras, los programas y los logros indudables de aquel equipo fue como un gran sueño que quedaba en el pasado a merced de los nuevos que no escatimaron ni dieron crédito a nada ni a nadie.

Los tiempos pasaron, los años volaron, las memorias ya no eran profusas, más bien se hacían más lejanas, difusas y confusas.  Aquello que fue y parecería que sería para siempre, se convertía en otra cosa de lo que fue y pudo seguir siendo y no fue.  Tamaulipas había tenido una vuelta en “U” espectacular desde la administración de Cavazos.  Había habido dos más gobernadores aparte de Tomás.  Se había asesinado a un candidato a gobernador que seguro ganaría pocos días antes de la elección.  Los cárteles ganaban espacio, los secuestros aumentaban, se cobraba piso, se asaltaba en carreteras.  Eventualmente, se dictó orden de aprehensión para Tomás Yarrington.  Pascual y el que escribe seguíamos dependiendo de lo que fuimos y que seguiríamos siendo por siempre un par de profesionales que dimos lo mejor.  Nos reconocíamos y nos apreciábamos.

Un día recibí una llamada, mi asombro me hacía rebozar de alegría y emoción.  Era plena pandemia.  “Estaremos en San Francisco en estas fechas y nos encantará saludarte,” dijo esa voz, el tono, cadencia y estilo de Pascual Ruiz.  Era increíble que después de 22 años esa voz y quien la emitía me fuera inconfundible y seguía con su inigualable mística.  En segundos parecía que hacía sólo unos días que nos habíamos escuchado y convivido.  Hicimos planes, llegó el día, realizamos pruebas de COVID y departimos familias con familias una cena que rayó en lo mágico y que hubiera querido que nunca terminara.

En aquellas épocas cuando nos conocimos, yo casi no tomaba alcohol; dos décadas después estaba tratando de recuperar todo lo que no había bebido en mi vida.  Deleitamos de mi colección de wiskis y Pascual tuvo tiempo para darse cuenta de mi afición y conocimiento sobre los mismos.  Nos trajeron como obsequio un café nicaragüense de antología del negocio de su linda hija y su yerno que me duró meses deleitándome cada mañana.  La parte de su familia que lo acompañó era una pareja hermosa y bella luchando por salir adelante en el competido ambiente de la Bahía, como decimos por acá a toda esa área de decenas de ciudades aledañas a San Francisco.  La encantadora esposa de Pascual, “Chachis” seguía siendo bella y la publirrelacionista natural y encantadora.  No se puede describir en estas líneas la emoción y el gusto que me dio reencontrarme con ellos.

A partir de entonces nos comunicábamos con frecuencia.  Le enviaba mis artículos periodísticos y me los elogiaba.  De vez en cuando me mandaba una foto de los artículos impresos que encontraba en un periódico del área de McAllen, donde vivía con frecuencia.  Me llenaba de orgullo cuando me llamaba preguntándome por buenos wiskis para comprar o preguntándome la opinión de algunos wiskis que le habían regalado.

Tuve el gusto de visitarlo allá por abril del 2021 en McAllen.  Comimos juntos en su casa con más miembros de su familia y un sacerdote amigo.  Hablaba poco para esos días Pascual.  Observaba mucho, y hacía preguntas inteligentes.  Seguía siendo el amigo que juntaba a amigos.  Nos dimos un abrazo largo, largo al despedirnos.  Fue la última vez que lo vi.

COLOFÓN

Envidiado compañero de vida de la virtuosa Josefina, inspirador padre que sabía transformarse para ser amigo, y paternal consejero de sus hijas, político ecléctico y sabio, empresario honesto y transformador de una cultura de tolerancia y flexibilidad durante su vida de servidor público y un gran e inmejorable amigo.

Cuando un amigo se va, del calibre de Pascual, es justo rememorar a Alberto Cortez, “deja un espacio vacío, que no se vuelve a llenar…” con nada ni con nadie.

Te fuiste querido Pascual, te seguimos otros.  Espérame con un wiski y continúa esas historias que me quedé con ganas de escucharte.  Mis más profundas condolencias a su familia.

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