El bombardeo

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No. Afortunadamente no nos referimos al bombardeo similar al que padecen algunos países en sus edificaciones o instalaciones con saldos mortales, como consecuencia de las hostilidades surgidas interna o externamente.
Aludimos al bombardeo de spots propagandísticos que inmisericordialmente están ya saliendo al aire con motivo de las llamadas precampañas políticas que se llevan a cabo en México. Todo esto llega hasta donde se recibe señal abierta y eso incluye la frontera sur de los Estados Unidos.

Pero no es tan sólo el número, es decir, la frecuencia con la que son programados en las estaciones de radio y televisión y que llegan en gran parte de las ocasiones con el rechazo, por decirlo de alguna forma decente, de la audiencia o teleaudiencia, que preferiría no ver interrumpido su programa favorito por mensajes que no son realmente de su interés.
La idea es, desde luego, de acuerdo con la legislación electoral vigente, utilizar los llamados tiempos oficiales para proporcionar información sobre partidos y candidatos políticos que permitan, en un momento dado, normar el criterio de los electores para que acudan a las urnas debidamente informados sobre la oferta política de cada uno de los contendientes.
Sin embargo, esa intención transformada en ráfagas de anuncios produce frecuentemente un efecto opuesto al que se pretende lograr. El público llega a estar tan sobresaturado de recepción de propuestas, malas o buenas, que ya lo que quiere es que concluya el proceso electoral y la normalidad en las transmisiones retorne finalmente. Ver o escuchar sin esa adicional interrupción su telenovela, noticiario, revista musical o lo que sea de su preferencia.
Si se considera, de acuerdo a las encuestas que el candidato, hablando de la Presidencia de la República, que logre mayor aceptación obtendrá un poco más del 30 por ciento de los votos, hay que considerar que muchos de los que reciban mensajes que no son de su candidato favorito, si es que lo tienen, los asimilarán con actitudes que van desde la indiferencia hasta la franca irritación.
Pocos países pueden contarse entre los que su partido y candidatos gozan de un recurso de campaña tan grande para promover candidaturas que, por cierto, merman los ingresos publicitarios de los llamados medios electrónicos, a lo que hay que agregarle, además, que simultáneamente reciben millonarias cantidades de dinero oficialmente.
Pero lo mejor está por venir. Faltan las campañas, porque lo de ahora son precampañas.
En los próximos meses habrá que agregarle a la tormenta de spots de la campaña presidencial, los de las candidaturas a alcaldes, diputados federales y senadores, en el caso de Tamaulipas. Y en algunos otros estados se incluirán las de los diputados locales y gobernadores. Ah, y los independientes.
¿Cuántos son?, no lo puedo calcular, pero baste saber que habrá más de 3,600 candidatos de todos los niveles. Que cada quien haga sus cálculos.