Tucson (AZ), (EFE).- Todos los días José Luis se levanta muy temprano para instalarse en el estacionamiento de una iglesia en Tucson, en Arizona, con la esperanza de que alguien lo contrate y así ganar unos dólares que en buena medida reservará para enviar a su familia en México.
Hay días “buenos”, pero últimamente ha tenido muchos días “malos”, en los que espera en vano desde que sale el sol hasta que se oculta.
“El trabajo está escaseado mucho; las cosas se están poniendo muy difíciles”, dijo a Efe el inmigrante mexicano, que pidió ser identificado solo por su nombre.
José Luis es uno de los millones de inmigrantes mexicanos que mensualmente envían remesas a sus familias a México, dejando lo justo para una supervivencia cada vez más difícil por la inflación.
De acuerdo con un reciente estudio titulado “La situación económica de los latinos en Estados Unidos: El sueño americano aplazado”, el 32 % de los latinos envían remesas a sus familiares fuera de Estados Unidos. Más de dos tercios de ellos envían hasta el 30 % del total de sus ingresos, indica el reporte, publicado por McKinsey & Company.
Uno de los países más beneficiados es México, que en los últimos 19 meses ha reportado un alza continua en el monto de las remesas que reciben familias mexicanas de sus familiares en Estados Unidos. Solamente el año pasado, México recibió 53.000 millones de dólares en remesas, 90 % de ellas provenientes de Estados Unidos.
En el caso de José Luis, quien tiene dos años viviendo en Estados Unidos, él envía un promedio de 300 dólares mensuales, lo que se ha convertido en la principal fuente de ingresos de su familia.
Al igual que muchos latinos, el inmigrante enfrenta serios problemas económicos a causa de la falta de empleo derivada de la pandemia de la covid-19 y la imposibilidad de conseguir un trabajo fijo debido a su estatus migratorio.
Arizona fue uno de los primeros estados del país en aplicar el sistema de E-verify, que obliga a los empleadores a verificar el estatus migratorio de sus trabajadores.
EL IMPACTO DE LA INFLACIÓN
A estos problemas se suma la inflación que se vive en Estados Unidos. La tasa interanual de inflación subió en diciembre hasta el 7 %, dos décimas por encima de la de noviembre y la más alta registrada desde 1982, informó la semana pasada la Oficina de Estadísticas Laborales.
Para sobrellevar la situación, el inmigrante ha hecho varios cambios en su vida. Para ahorrar en renta ahora vive con otros jornaleros, que de esta forma pueden también compartir otros gastos como los pagos por luz y gas.
Asimismo, acude frecuentemente a lugares donde regalan almuerzos y ropa, tratando de gastar solo lo “indispensable” en comida.
“Todo se ha puesto muy caro; la carne, hasta las sopas instantáneas, y eso si las encuentras”, dijo.
Otra que también envía dinero a su país de origen es Rosa Díaz, quien trabaja limpiando cuartos en un hotel. Si bien la inmigrante vive con su esposo e hijos en este país, cada mes trata de enviar dinero a su madre, quien vive en el sur de México.
Aunque su horario de trabajo se ha restablecido poco a poco debido a que más turistas han comenzado a regresar a estado pese a la pandemia, ella asegura que se ha visto seriamente golpeada por la inflación.
“Tan solo el costo de la gasolina: antes mi carro lo llenaba con 30 dólares, ahora debo gastar casi el doble”, refirió.
Para tratar de economizar ha optado por “abrocharse el cinturón” y gastar solo en necesidades básicas, como las cosas que requieren sus hijos para la escuela, ropa y zapatos.
Trata de aprovechar ofertas de comida y tener un plan de gastos de semana a semana. Esto incluye guardar “un poco” de dinero para poder enviar un depósito a fin de mes a su madre.
“Cada vez es más difícil enviar dinero a México. Sin embargo, la situación allá también está muy difícil. La canasta básica (bienes indispensables para que una familia pueda satisfacer sus necesidades elementales) también ha subido mucho de precio, así como las medicinas que mi madre toma para su diabetes”, manifestó.
VIVIR “DÍA A DÍA”
Ninguno de los dos inmigrantes tiene cuenta de ahorros, y ambos viven “día a día”, reafirmando los resultados del estudio según los cuales el envío de remesas de los latinos agota sus ingresos.
El análisis advierte que el envío de remesas, agregado a otros factores como la brecha existente entre los salarios que reciben los trabajados latinos frente a sus pares blancos, merma los ahorros de los latinos por una suma estimada de entre 50.000 y 60.000 millones de dólares anualmente.
Asimismo, concluye, la riqueza de los latinos podría ser de hasta 18.000 dólares más si invirtieran 40 % del valor promedio anual de las remesas que envían durante un periodo de diez años.