Juliette Binoche, imparable con 58 años, da vida ahora a una chófer de camión

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Fotograma cedido hoy por Lionsgate donde aparecen Morgan Freeman y Juliette Binoche durante una escena de la película "Paradise Highway", que se estrena en Estados Unidos el 29 de julio. EFE/Lionsgate / Nick Burchell/ SOLO USO EDITORIAL /NO VENTAS /SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA/CRÉDITO OBLIGATORIO

Nueva York, (EFE).- A sus 58 años, la francesa Juliette Binoche no sufre ninguna “crisis de la edad madura” que afecta a tantas actrices, y encadena sin cesar un trabajo tras otro: el último y más original, el de una chófer de camión de larga distancia que se ve envuelta en un oscuro caso de tráfico sexual infantil.
La película “Paradise Highway” -estreno en Estados Unidos el 29 de julio-, dirigida por Anna Guto y protagonizada por Binoche, Hana Finley en el papel de la niña Leila y Morgan Freeman como detective del FBI, cuenta la historia de Sally, aguerrida chófer de camión trailer que surca las carreteras de Misisipi y accede a ciertos tráficos ilegales para sacar a su hermano de prisión.
Un día recibe un encargo inesperado: transportar a Leila, una niña de unos 11 años, y entregarla a un hombre que supuestamente ha pagado por ella, pero Sally decide ayudar a Leila a escapar de la esclavitud sexual y comienza entonces una persecución comandada por Gerick (Freeman), quien parece ponerse secretamente del lado de Sally.
Es una especie de “road movie” que recuerda a “Thelma y Louise” -también dos mujeres que huían, y un detective que las comprende-, aunque los escenarios de “Paradise Highway” son las llanuras de Misisipi donde Binoche y la niña Finley pasaron juntas rodando un tórrido julio lleno de voraces mosquitos, como recuerda la actriz en una entrevista con Efe.
Meterse en la piel de una chófer de camión le exigió a Binoche pasar cuatro días con una verdadera conductora, aprender a manejar un vehículo de 15 metros -“un trabajo enormemente físico”, describe- y darse cuenta de la misoginia que rodea “el mundo tan masculino de los camioneros”, lleno de peligros para unas mujeres que aún son excepción.
Para sobrevivir a este mundo tan machista, las mujeres chóferes tienen un grupo de radio donde comparten consejos, temores o bromas en las largas horas de conducción solitaria, y ese grupo y sus redes de solidaridad y apoyo resultan ser vitales en la trama de la película.
Binoche dice que esa “sororidad” entre camioneras es auténtica en la vida real, entre otras cosas porque la misma chófer que le enseñó a manejar su camión fue asesora durante todo el rodaje, y es de hecho uno de los elementos centrales de la película, más incluso que el tráfico sexual infantil.
Sin embargo, Binoche subraya que el filme es una llamada de atención contra este fenómeno subterráneo de esclavitud infantil, casi invisible pero que “no es una fatalidad, pues hay un modo de cambiar las cosas, de abrir los ojos a muchas personas (para que entiendan que) no hay nada más horrible sobre la tierra que esclavizar a niños y servirse de ellos como si fueran objetos”.

MÁS SOLICITADA QUE NUNCA
Con una larguísima carrera a sus espaldas, Binoche no sufre de ningún modo la “crisis de madurez” que afecta a tantas actrices a partir de 50 años, y dice que está “más solicitada que nunca” y que tiene tantos proyectos por delante que no le queda tiempo, por ejemplo, para ponerse a dirigir su propia película, algo que siempre ha querido hacer.
No duda que hay compañeras suyas que son marginadas por un físico que ya no pasa por los cánones de belleza, pero cree que el mundo del cine es amplio y siempre cabe buscar oportunidades como guionista o directora cuando escasean los papeles, en lugar de quedarse en la frustración. “Siempre se pude crear y transformarse en la vida”, reflexiona.
En su caso, opina que el hecho de hablar inglés le ha permitido tener una carrera mucho más diversa que muchas de sus colegas, pues el inglés “ha multiplicado mis posibilidades” y le ha llevado a trabajar no solo en Estados Unidos, sino en una multitud de países donde ha “encontrado a gente tan diferente a la que pese a todo es posible acercarse y ver cuánto tenemos en común”.
Dice que le han preguntado muchas veces qué le queda por hacer, y para eso no tiene una respuesta porque reconoce estar siempre “desbordada” de proyectos inmediatos, y si bien no tiene casi tiempo libre, no se queja: “Me apasiona lo que hago y soy consciente de la suerte increíble que tengo” de poder seguir haciéndolo, dice.
Con respecto al futuro del cine, reconoce que el covid lo ha ralentizado, pero no tiene reproches contra la ficción televisiva: “Da mucho trabajo (a los actores) y me ha permitido mezclarme con actores que nunca habría conocido de otra manera”, reflexiona.
Ahora mismo está rodando para Apple TV una serie (The New Look) que se estrenará en 2023. Tal vez ni siquiera la pueda disfrutar como espectadora porque -bromea- “no tengo tiempo ni para ver series televisivas”.

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