Matamoros, otra crisis humanitaria

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De nuevo la frontera fue escenario de un conflicto derivado de la situación en que se encuentran muchos migrantes procedentes de diversos países que, en aras de llegar hacia los Estados Unidos para que les brinden asilo, han tenido que confrontar una situación de la que desafortunadamente son víctimas niños y mujeres.

Esto en referencia a lo ocurrido en el puente internacional de Matamoros la semana pasada.

Si bien ya se habían confrontado situaciones similares en otros cruces fronterizos como Reynosa – Hidalgo, por mencionar uno de los más cercanos a Matamoros, lo acaecido en la ciudad llamada tres veces heroica es diferente a lo que se ha confrontado en otros puntos.

A diferencia de Hidalgo, por citar el mismo ejemplo, donde en varias ocasiones migrantes procedentes de Centroamérica, Cuba y Venezuela pretendieron entrar por la fuerza a territorio estadounidense con el fin de ser acogidos, más que aprehendidos, por la Patrulla Fronteriza, en el caso de Matamos se trata de personas que han hecho ya solicitud de asilo ante los órganos judiciales estadounidenses sin que hasta la fecha se les haya dado una respuesta satisfactoria que les permita incursionar en la Unión Americana.

Uno de los problemas que se confrontan es falta de jueces en el lado estadounidense, problema que no es nuevo y del que en varias ocasiones algunos congresistas con el fin de resolverlo han pedido la asignación de mayor número de ellos. Ha habido avances logrando que se liberen presupuestos para que se asigne un mayor número, pero ante la ola migrante sin precedente que representa un 72 por ciento superior a la del año anterior, quienes se encuentran citados y comparecen se encuentran con que no es posible atender su solicitud y se les da una nueva cita.

El gran problema, que no existía anteriormente, es que ahora, los solicitantes tienen que esperar en la frontera mexicana y no liberados en Estados Unidos con un citatorio para que comparezcan de nuevo en el futuro.

Cabe mencionar que el hecho de que se presenten ante un juez y finalmente los escuche y expongan sus argumentos, no garantiza que sea aceptada su solicitud.

Todo esto fue el detonante para que un grupo de varios cientos de migrantes, en su mayoría hondureños, pretendiera ingresar  por la fuerza por el llamado Puente Nuevo de Matamoros a la ciudad de Brownsville, que provocó la reacción inmediata del Departamento de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, siglas en inglés), que apoyados por varias corporaciones de seguridad locales y federales, cerraron el acceso por ese cruce fronterizo por varias horas hasta que hubo una labor de convencimiento de las autoridades que permitió la reapertura de la importante vía internacional.

Los migrantes permanecen en carpas improvisadas cerca del puente.

No hay lugar, han dicho las autoridades, en los albergues existentes.

Una verdadera crisis humanitaria.

No hay una solución a este problema y, de hecho, todo indica que va a crecer o replicarse en otros puntos fronterizos o en el sureste de México, como ya está ocurriendo.

Los efectos para la economía de ambos lados de la frontera son catastróficos, al interrumpirse el tráfico internacional, que no solamente afecta el comercio, sino muchas actividades entre los residentes fronterizos por las estrechas relaciones familiares y amistosas que van más allá de una línea divisoria internacional.

Estos problemas hace tan sólo algunos meses eran inimaginables.

Por lo que se ve, esto es parte de un proceso que no tiene visos de solución inmediata y, lo más grave, es que puede tener complicaciones no previstas.