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Friday, March 29, 2024
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Número de estudiantes de medicina estadounidenses con discapacidades crece, pero las disparidades continúan

Credit: Getty Images

Los investigadores de Johns Hopkins Medicine informan que el número de estudiantes discapacitados admitidos en las facultades de medicina de EE.UU. aumentó del 2.9% al 4.9% en los últimos tres años. Sin embargo, el porcentaje de investigadores con discapacidades financiados por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, en inglés) disminuyó entre 2008 y 2018. La tasa de éxito de las subvenciones para este grupo fue menor que para los investigadores sin discapacidad, lo que indica que a pesar de que más personas con discapacidad están preparadas para entrar en la investigación biomédica, sus perspectivas como profesionales se están debilitando.

Las conclusiones, publicadas el 26 de noviembre en el Journal of the American Medical Association y el 3 de marzo en PLOS, ponen de relieve la necesidad de realizar esfuerzos más intensos para eliminar las barreras a la capacitación, el empleo y el apoyo a la investigación para las personas con discapacidades.

“La inclusión de las personas con discapacidades en la medicina tiene mucho valor, cuidar de pacientes con la misma experiencia es una perspectiva matizada que creo que se pasa por alto en gran medida”, dice la Dra. Bonnielin Swenor, profesora de oftalmología en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y miembro del Instituto Oftalmológico Wilmer. “Necesitamos hacer más para entender las barreras que impiden a las personas con discapacidades acceder a estas oportunidades e identificar las necesidades específicas no satisfechas en la fuerza laboral”. La propia Swenor tiene discapacidad visual.

El primer estudio, publicado el 26 de noviembre, evaluó 56 217 respuestas a una encuesta en 87 facultades de medicina alopática de EE.UU. Unos 2 600 (4.9 por ciento) estudiantes declararon tener al menos una de las ocho discapacidades identificadas en la encuesta. Esto es un aumento del 2.9 por ciento de los estudiantes de medicina que informaron tener una discapacidad en un informe de referencia de 2016.

“Lo bueno es que el número de estudiantes de medicina admitidos con discapacidades está creciendo, pero su trayectoria profesional después de terminar su formación está lejos de ser clara”, comenta Swenor.

En un estudio de seguimiento, publicado el 3 de marzo en PLOS, se encontró que, en lugar de aumentar con un número creciente de estudiantes en formación, la financiación federal para investigadores con discapacidades disminuyó entre 2008 y 2018 en casi un 1 %. Además, los investigadores con discapacidades tenían menos probabilidades de recibir financiación de subvenciones en comparación con los que no tenían ninguna discapacidad, lo que indicaba un posible sesgo para los discapacitados en el proceso de revisión de las subvenciones. Los investigadores determinaron esto analizando los datos de los solicitantes y los adjudicatarios de subvenciones de los NIH registrados cada año fiscal en el portal eRACommons. Esto contrasta con las subvenciones concedidas a los investigadores que no informaron de una discapacidad, que aumentaron del 86.6 % en 2008 al 89.7 % en 2018.

Aunque los datos no pueden abordar el razonamiento detrás de la disminución de la financiación para los investigadores con discapacidades, Swenor dice que hay tres posibles hipótesis: Primero, podría haber menos personas con discapacidades entrando en la investigación que antes. Segundo, los investigadores con discapacidades están presentando menos solicitudes que los investigadores sin discapacidades. O tercero, más investigadores con discapacidades están ocultando su condición de discapacitados porque su discapacidad no figura en la solicitud o porque temen ser discriminados por su condición de discapacitados.

Según los CDC, cerca del 26 % de los estadounidenses tienen una discapacidad. Sin embargo, los investigadores dicen que sólo alrededor del 10 % de los científicos empleados reportan una discapacidad. “Para reflejar las realidades de nuestra sociedad, deberíamos tener muchas más personas con discapacidades trabajando en la investigación y la medicina”, dice Swenor.

“Las agencias federales de financiación como los NIH han asumido compromisos claros para aumentar la diversidad de las investigaciones. Sin embargo, estos datos muestran que todavía queda mucho trabajo por hacer, especialmente para los investigadores con discapacidades”, aclara Swenor.

En un tercer estudio publicado el 6 de diciembre en JAMA Opthalmology, Swenor descubrió que esta tendencia se extiende a la fuerza laboral en general. Su equipo de investigación averiguó que las personas con discapacidades visuales o auditivas tenían mayores tasas de desempleo que los grupos sin discapacidades, 33.3 % y 24.9 % respectivamente. Sin embargo, aquellos con ambos impedimentos, visuales y auditivos, tenían las tasas más altas de desempleo de cualquier grupo, con una tasa de desempleo del 61 %.

“Estos grupos a menudo caen en el olvido cuando se trata de conseguir adaptaciones y son más vulnerables a la cesantía por discriminación”, explica Swenor.

La Ley sobre Estadounidenses con Discapacidades (ADA o Americans with Disabilities Act, en inglés) fue promulgada en 1990 para ofrecer a las personas con discapacidades las mismas oportunidades de empleo y beneficios que las personas sin discapacidades. Sin embargo, Swenor sugiere que el estigma, la cultura del lugar de trabajo y el acceso a las adaptaciones siguen siendo barreras para su plena inclusión. “Necesitamos desafiar estas barreras con innovación y cambio social, dice Swenor. “No podemos detenernos aquí”.

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