Los sonidos de las Américas y España junto al Trap y el Reggaeton invaden este primer álbum de The Rumba Madre, Prisiones y fugas
Por Alberto Avendaño
(Photos: Palamora)
Las historias humanas de muchos estadounidenses y de aquellos que ahora mismo se están convirtiendo en estadounidenses vienen, con frecuencia, marcadas por la exclusión de la que proceden y la libertad que anhelan. Esto es precisamente de lo que nos habla el primer álbum de The Rumba Madre, Prisiones y fugas.
Cuando Rubén, Ben y David se unieron para formar The Rumba Madre en Nashville en 2018, tenían claro que no les interesaba simplemente escribir canciones, grabar un disco e irse de gira. Querían ser parte de un movimiento cultural cuyo objetivo más importante era archivar, de forma sonora y en contenido, todas estas importantes historias humanas de la americanidad a menudo silenciadas por la cultura dominante. Firmes en esta idea, crearon un proyecto que se inscribe en la era multicultural y global contemporánea en la que vivimos, con un énfasis especial en el mundo Latinx del que también se reclaman. Debido a sus antecedentes específicos, comenzaron a mezclar la rumba flamenca con el rock and roll, los corridos con la música country y la polca con la cumbia, entre otros, mientras contaban las historias de aquellos que normalmente son pasados por alto, ignorados. Historias que tratan de la migración, la objetivación de la mujer, la destrucción del medio ambiente, la desigualdad económica y más. Sin embargo, y éste es un concepto crucial para The Rumba Madre, se niegan a predicar y evitan convertir un álbum de música en un panfleto, o un espectáculo en vivo en un mitin. En otras palabras, mientras se convierten en un archivo de todas estas historias no contadas, quieren que su música transmita diversión y felicidad, porque aseguran que la diversión y la felicidad son revolucionarias.
Precisamente por esta razón, se inspiran fuertemente en la cultura punk y en el vanguardismo del siglo XX para presentar un proyecto que involucre a su público como parte intrínseca de la experiencia cultural. En otras palabras, quieren desdibujar el muro imaginario entre el escenario y el público y utilizar su espectáculo para crear, no un espectáculo o una vitrina, sino una fiesta comunal a la que todos están invitados.
Rubén es un guitarrista de formación clásica, de Colombia, con una vasta experiencia en la música folclórica latinoamericana. Ben es un bajista de Puerto Rico con muchos años de tocar Salsa, Merengue, Cumbia, Bachata y otros estilos caribeños. Por último, el gallego/vasco David Vila es un músico de formación contemporánea/jazz con una sólida formación en música popular española que va desde el flamenco hasta la música celta gallega. Además, David es profesor de estudios culturales hispanos e investiga sobre la relación entre la música, los movimientos sociales y las identidades políticas. Todo esto mezclado con un ingenioso, y a menudo surrealista, sentido del humor, conforma un nuevo fenómeno cultural que pretende ayudar a cultivar un mundo más respetuoso y solidario, especialmente bajo el clima político y económico en el que vivimos.
The Rumba Madre grabó su álbum debut, Prisiones y fugas, en Nashville bajo la dirección del productor/ingeniero ganador de varios premios GRAMMY, Iván Gutiérrez Carrasquillo (Cultura Profética, Calle 13), y lanzará varios singles en los próximos meses. En general, Prisiones y fugas muestra una fusión muy singular que se basa fuertemente en las ricas tradiciones de las Américas y la Península Ibérica pero que, al mismo tiempo, conecta con las tendencias musicales más actuales de, por ejemplo, Trap o Reggaeton, sólo por nombrar algunas.
Recientemente hablé con David Vila de The Rumba Madre.
—Un gallego, un boricua y un colombiano consiguen mezclar y fusionarse en una unidad de “raza cósmica”. En un mundo donde parecemos cada vez más tribalizados, donde el otro es siempre el enemigo o el inmigrante ¿Cómo se consigue ese grito de feliz solidaridad que es The Rumba Madre?
—Pues creo que todo empieza por romper la concepción rígida que tenemos de nuestras propias culturas e identidades. Todos somos el resultado de un cúmulo de coincidencias y estímulos que podrían haber sido totalmente diferentes a lo que fueron. Que uno haya nacido en un lugar, haya hablado una lengua, haya tenido un padre, dos padres, dos madres, una madre, y cada uno de un lugar del mundo, es meramente fortuito. Las variables son infinitas y, una vez que uno entiende esto y consigue deconstruir su propia identidad para entenderla como un resultado fortuito, creo que se vuelve mucho más receptivo a todo el resto de culturas con las que aún no ha tenido conexión. Por eso mismo nosotros no tenemos ningún miedo de mezclar todo tipo de lenguas y de ritmos en una canción o de que cada canción pueda parecer estilísticamente diferente a la anterior. Eso es la vida y eso somos todos, culturas e identidades fluidas que se mueven, mezclan, y dan lugar a nuevas formas de entender el arte y la vida.
—¿Quién es vuestra audiencia? ¿Se puede cantar con vuestra normalidad hispanounidense en la era Trump sin miedo al “qué dirán”?
—Nosotros intentamos crear una identidad Latinx adaptada al siglo XXI y que, tomando la tradición como raíz, no se estanque en categorizaciones estereotipadas como “México-mariachi”; “España-flamenco”; “Puerto Rico-Salsa-Reggaetón”. Intentamos crear una banda sonora para la identidad Latinx contemporánea en la que una persona escucha tanto a Vicente Fernández como a Rosalía, Bad Bunny, Jimi Hendrix, Guns and Roses, Hector Lavoe, Camarón o Luar na Lubre. De alguna manera intentamos apelar a esa nueva manera de entender, ya no sólo la latinidad, sino la latinidad como una parte inseparable de lo que es ser un ciudadano globalizado y, sobre todo, un ciudadano de Estados Unidos. Y sobre el miedo al “qué dirán”, pues verdaderamente nos preocupa más el qué ocurrirá sino conseguimos sacar adelante entre todos esta manera de entender el ser humano y nuestro mundo actual, así que no, ningún miedo en absoluto. Y menos ahora, que es cuando más son necesarios este tipo de mensajes.
—¿Qué os une más a los tres en The Rumba Madre? ¿Qué os intriga más de vuestras raíces?
—Pues lo que más nos une son precisamente nuestras diferencias. Nos complementamos de una manera brutal y ello es lo que permite que consigamos construir este proyecto nuevo y tan diferente a lo que cada uno de nosotros habríamos hecho individualmente. El hecho de que uno de nosotros pueda siempre aportar una perspectiva que al resto no se nos podría haber ocurrido es verdaderamente lo que hace que este proyecto sea tan sumamente interesante. En cuanto a nuestras raíces, es cierto que encontramos muchas cosas en común por la historia de colonialismo entre España y Latinoamérica, pero también es cierto que, una vez más, cuánto más a la raíz vamos, más nos parecemos también a cualquier otra cultura no hispánica del planeta. Creo que, en ese sentido, lo que más nos intriga de todo es la experimentación y esa ruptura continua de nuestras propias concepciones de lo que se supone que son nuestras raíces para en el proceso encontrarnos con todas las del resto de personas con las que compartimos este planeta.