Guadalajara (México), (EFE).- Con huertos en las esquinas y talleres de autocultivo, una pareja creó “Huerto en el barrio”, una iniciativa para que las familias de una colonia (barrio) popular en la ciudad mexicana de Guadalajara coman alimentos sanos y a bajo costo.
Concebido bajo la sombra de la crisis económica que supuso el encierro durante los primeros meses de la pandemia de la covid-19, este proyecto pretende generar comunidad y conocimiento para que las familias se alimenten mejor, gasten menos y aprendan a elaborar sus artículos de limpieza, explicó a EFE Miriam Torres, una de las impulsoras.
“Es un lugar para que las personas puedan tener conocimientos al alcance, que no sea algo exclusivo, es un lugar para venir a compartir, a aprender, principalmente a aprender a sembrar”, dijo la también artista plástica.
Tras la pandemia, este proyecto se convirtió en un oasis para muchas familias y personas que ahora enfrentan la crisis económica y el continuo aumento de precios de los alimentos debido a la inflación que vive el país, que afecta a quienes menos recursos tienen.
“Si todas las personas tuvieran su huerto, su comida, llegar y sacarla (de la tierra) no haría tanta falta el trabajo, te quedas sin trabajo pero tienes tu comida y sabes hacer tus jabones, tus pastas dentales y ser autosustentable”, expresó Torres.
DE LA TIERRA AL PLATO
“Huerto en el barrio” comenzó por involucrar a los habitantes del barrio de Medrano, cercano al centro de Guadalajara, en la creación de un huerto público en un baldío olvidado por décadas, del cual todas las personas tuvieran acceso a verduras, hortalizas y hierbas de olor para elaborar sus propios platillos.
Tras varios meses, tuvieron que abandonar el lugar debido a que la dueña les prohibió realizar cualquier actividad que no fuera remunerada. Eso no los detuvo para buscar un espacio donde continuar el proyecto que encontraron en una casa abandonada que esta vez fue prestada por los dueños.
En la acera, afuera de la casa, hay un huerto en el que sembraron plantas básicas como hierbas de olor, lechugas y arúgulas, un experimento que replicaron con una decena de cajas de cosecha -del tamaño de una arpilla o huacal- que repartieron en varias esquinas del barrio para que cualquiera tomara lo que necesitara.
También ocuparon la azotea con cajas de cultivo de zanahoria, chile, tomate verde, calabaza, jitomates, cebollas, jengibre y otras hierbas con las que alcanzan a preparar un platillo completo, nutritivo y sano.
A la par, las personas interesadas pueden tomar un curso gratuito de cultivo y cuidado de plantas para tener un mini huerto en sus casas. Las semillas son extraídas de las mismas que cosechan en la azotea.
Lograr convencer a la comunidad no fue fácil, pues muchos no creen en la capacidad del autocultivo, pero poco a poco han ido creando una convivencia y cooperación con personas del barrio y de otras zonas de la ciudad que llegan con la curiosidad de aprender, aseguró a EFE, “Akometer”, un artista gráfico impulsor del proyecto.
“Es algo innovador para el barrio y sí ha costado muchísimo trabajo que las personas se acerquen, pero poco a poco se están acercando las personas a las que queremos llegar, sí es difícil producirlo todo con tus propios recursos a base de trabajo arduo y constancia, tardas más pero se puede lograr”, señaló.
ALIMENTAR AL BARRIO
De manera natural el proyecto evolucionó y además de los cultivos, los chicos de “Huerto en el barrio” comenzaron a preparar comida elaborada con sus propios cultivos y a precios accesibles, además de ofrecer talleres para que las personas aprendan a hacer sus propios artículos de limpieza y medicamentos naturales.
De viernes a sábado preparan un menú vegano, nutritivo y elaborado con alimentos frescos. También ofrecen lonches (sándwiches) con alimentos saludables a bajo costo (9 pesos) para ayudar a las personas que menos tienen.
“La primera idea era hacer comida comunitaria, que la personas llegaran dieran una cantidad y pudieran comer, hasta ahora pudimos hacerlo, hicimos enlace con los panaderos del barrio y nos dieron el pan a un precio accesible, hacemos pastor de soya con frijolitos, y la gente se lleva algo nutritivo”, explicó.
Aunque esta actividad ha sido paralela a su objetivo de alimentar al barrio ha llamado la atención de personas dentro y fuera de la colonia por el sabor y la variedad que ofrecen y porque además ahí encuentran actividades culturales de música o teatro.
Ha sido tal la demanda que han generado vinculación con otras organizaciones artísticas y de huertos urbanos para intercambiar productos que enriquezcan el menú y la cartelera cultural que ofrecen.
“Ya somos un restaurante vegano, pero no es nuestro principal motivo: nuestro motivo es que seamos generadores de comida y que las personas sean autosustentables, que todos tengan su comida”, afirmó.